viernes, 29 de abril de 2016

Mamá y Papá nunca salen.

     Salíamos mi mujer y yo a cenar el otro día. Estábamos con unos amigos y con sus hijos. Su cara de asombro fue para grabarla: “¿Os vais a cenar? Qué suerte tenéis…” Pues sí, la verdad es que sí que tenemos suerte, pero también hay algo más. Y es que os aseguro que tener una conversación sin interrupciones, sin nadie llorando a tu alrededor, sin la posibilidad de hacer aquello que de repente te acuerdas (poner el lavavajillas, o coser el botón del babi, o colocar la estantería que siempre ves desordenada), porque estáis los dos cenando en un restaurante, o en un bar tomando una cerveza y unas patatas bravas…es una pasada.

     Me gusta comparar esto como la gasolina de un coche. Están las personas que van a la gasolinera cuando el coche entra en reserva y otros cuando aún le quedan algunos litros. De la misma manera, están las parejas que hacen esto cuando están hartos, no pueden más, o notan que se enfadan con más facilidad de lo normal. Y están los que procuran hacerlo, sin que se haya convertido en una tarea urgente, porque “no puedo más”.

     Y es que el sentido común vuelve a llamar a nuestra puerta. Tenemos mucha suerte de poder salir a cenar, pero yo también diría que este tipo de cosas salen porque nos hemos propuesto, entre los dos, que salgan. Pedimos un favor a algún hermano, o a alguna abuela, o contratar a un canguro para poder salir nosotros. Pero esto no suele salir de la noche a la mañana. Exige un poco de previsión, un pequeño calendario, avisar con tiempo a quien se vaya a quedar en casa cuidando de los peques, etc. Como veis todo está relacionado.

     No esperéis a “estar hartos”, no esperéis a “quedaros sin gasolina” para salir. Hacer un plan los dos sólo es algo necesario, muy necesario. No hace falta que os recuerde el estrés del trabajo, los horarios de los coles, los deberes, las cenas, la casa, los compromisos con amigos, con familiares… ¿No creéis que debe estar entre nuestras prioridades?. Si se hace así, ¡todo irá mucho mejor! No es lo mismo estudiar para sacar un 5 (que siempre será más fácil suspender), que para sacar un 9 (que tendremos algo de margen), ¿verdad?


     Espero que os planifiquéis ahora mismo, y pongáis un día en el calendario para vuestro próximo plan juntos, y con qué frecuencia. Por vuestro bien y por el de vuestros hijos.

miércoles, 6 de abril de 2016

Tienes un hijo, pero sigues siendo la misma persona.

      Hoy he estado en el dentista. Le he preguntado si le gustaba el fútbol. Me ha dicho que era socio del Real Madrid, pero que desde que tuvo a su hija hace 5 años, no ha pisado el campo. No suelo ser muy abierto con estos temas con personas con las que no tengo mucha confianza, pero esta vez me he lanzado.

      Le he dicho que eso no podía ser. Cada persona somos de una manera, tenemos unos gustos, unas preferencias, unos hobbies, cosas que nos ponen nerviosos, y otras que nos relajan, etc. Cuando tenemos un hijo, seguimos siendo la misma persona, el mismo que le gustaba las hamburguesas, el mismo que le gustaba la música clásica, etc. Con el tiempo, crecemos físicamente, y mentalmente, es decir, maduramos, pero seguimos siendo la misma persona. Cuando tenemos un hijo, los cambios que se producen en nuestros hábitos son brutales, nos hacen madurar de manera acelerada e intensa, pero seguimos siendo la misma persona.

      Lo que quiero decir, es que el hecho de tener un hijo no significa dejar de ser el o la  que eras, dejar de hacer lo que nos gustaba y que hacíamos antes de tenerlo. Sé lo que estáis pensando, y no olvidéis aplicar el sentido común. Está claro, que durante los primeros meses de vida, la demanda de tiempo y luego de atención es mucha. Lo que quiero decir es que si te gusta el fútbol, eras socio abonado, y desde que eras pequeño has ido todos los domingos por la tarde al campo, quizá no puedas ir todos los domingos, pero sería totalmente contraproducente dejar de ir completamente. Y si es así, debe ser algo temporal, con la idea de retomarlo cuando la situación se estabilice (cuando tu hijo crezca).

      Hablo de fútbol, pero podría ser cualquier otra cosa, tanto para el padre como para la madre, evidentemente. Da igual. Por nuestra salud, y por lo tanto por la de nuestra familia, tenemos la obligación de cuidarnos y así estar en situación de poder dar lo mejor de nosotros a nuestra familia.

    Hace poco leí en un libro sobre liderazgo algo que decía: “La generosidad, es la capacidad que tenemos de pedir lo que necesitamos, para poder dar después lo que necesitan los demás”. Me pareció absolutamente cierto como revolucionario.

      Piénsalo. No olvides el sentido común. No olvides a tu familia. No olvides de cuidarte.

      La próxima vez hablaremos sobre la importancia de cuidarse en pareja, tan importante como cuidarse uno mismo, y complementario.