jueves, 26 de junio de 2014

Papá, no quiero ver más peleas...

     El otro día fui al cine a ver una peli de superhéroes. Como se sabe que tienen un presupuesto alto estás más tranquilo porque crees que estás amortizando más la entrada. Concretamente el Capitán América 2ª parte. Había muchos niños. Me llamó un poco la atención, porque los malos en estas películas suelen ser bastante feos y suelen asustar a los niños. Además, la mayor parte del tiempo de la peli están luchando, que es lo que la gente espera (y por eso he ido a verla). 

     Como decía había muchos niños, y en mitad de la película, en uno de los silencios que hay después de una batalla, se oye a lo lejos uno de los niños que dice con tono de no estar pasándoselo bien: “Papá: no quiero que haya más peleas…” A mí me quedó bastante claro, ¿y a vosotros? 

     Cada persona es como es, y cada niño es como es. Es posible que a nosotros nos guste Star Wars y estemos deseando que nuestro hijo la vea, pero también es posible que a nuestro hijo le dé miedo C3PO. “¡Pero si es un robot y solo es una película!” podemos pensar. Pero también pregunto: ¿Y? Nuestros hijos no tienen que ser como nosotros. Ni siquiera tienen por qué parecerse, y ni mucho menos tener nuestros gustos. Hemos de respetarles. 

     Sí, sí: respetarles, ¿acaso no son personitas? Si no les gusta un tipo de pelis, o montar en bicicleta, o hacer maquetas, o comer chocolate como a nosotros, no podemos obligarles ni coaccionarles para que les guste. No sólo no les gustará, sino que lo aborrecerán. Dejadles hacer lo que les gusta (y sabéis no me refiero a tirar globos de agua por la ventana a la gente que pasa por la calle). Pero si nuestro hijo es más sensible que otros y todavía prefiere ver Peppa Pig antes que Los Vengadores, ¿qué problema hay?

jueves, 19 de junio de 2014

Comunicación 2ª Parte: No me molestes.

Estoy en el aeropuerto esperando a que nos llamen para embarcar. Justo en frente de mí, hay una madre con sus dos hijos, el mayor con unos 15 años y la pequeña con unos 10. Aparentemente no parece que les falte dinero, sino todo lo contrario, pero sin excesos. Parecen educados y de buena familia. Es muy pronto, así que los chicos están algo somnolientos, sin embargo la madre  está concentrada y atenta a la tablet que mira fijamente y escribe de vez en cuando. Me ha parecido una imagen perfecta para ayudarme a escribir el tema de este post: Escuchar.
Cuando veo a esta pequeña familia (que puede ser magnífica, no lo pongo en duda) veo una burbuja  invisible alrededor de cada uno. Esa burbuja no se ve, pero se palpa. Cada uno está a lo suyo. Sinceramente, creo que tanto a la chica como al chico dan por perdido cualquier intento de comunicación con su madre. Me ha hecho pensar, porque yo también tengo tablet, portátil, TV y otras cosas que me gusta ver en casa. Y me pregunto, ¿tengo yo en mi casa la misma burbuja que me aísla de mis hijos? Cuando estoy con la tablet o el portátil, o leyendo, ¿hay alguna manera de que mis hijos me hablen o saben por experiencia que cuando estoy “leyendo el periódico” no se me molesta?
Mi abuelo murió a los pocos días de yo nacer. Una de las cosas que siempre me han contado de él fue que cuando un nieto se acercaba a hablarle, dejaba cualquier cosa que estuviera haciendo y le dedicaba toda su atención. Creo que lo deja bastante claro. Es ese lenguaje sin palabras por el que les decimos a nuestros hijos “NO ME MOLESTES”. Si es eso lo que queremos no hay problema, pero luego no nos quejemos de que no nos cuentan nada, o de que siempre me dicen lo mismo cuando les pregunto “qué tal el día”.

Escuchad a vuestros hijos con los cinco sentidos. Dedicadles toda vuestra atención (y ojo: estoy diciendo toda vuestra atención, no todo vuestro tiempo, es bien distinto) mientras habláis con ellos, y si os hablan cuando estáis comiendo, leyendo, viendo una película, o cualquier cosa, dejad inmediatamente lo que estáis haciendo y escuchadles. En ese momento les estamos diciendo que no hay otra cosa más importante que ellos. El día que nos quieran contar un problema o algo importante, tenemos que estar completamente seguros de no tener el cartel colgado de “No me molestes”. Tenemos que asegurarnos de tirar ese cartel, y yo el primero.

viernes, 13 de junio de 2014

Comunicación. 1ª Parte

     Admito que ya sólo el título echa para atrás que da gusto. Pero una vez más, y haciendo mención del lema del blog, apliquemos el sentido común a ver si conseguimos desmarcarnos de este gran tópico tan explotado, y descubrimos algo nuevo.

     Todos hemos  oído alguna vez, en charlas de padres en los colegios, en libros de pedagogía, o revistas de cómo ser padres, la importancia de la comunicación. Se podrían escribir páginas y páginas, de hecho se escriben libros, pero no sé si os pasará a vosotros, pero cuando mi hijo llega del colegio, lo único que me sale es: “Hola Juan, ¿qué tal el cole?” A lo que mi hijo contesta “Bien” como no podía ser de otra manera. En nuestro afán por ser mejores padres, le volvemos a preguntar, “¿Qué has hecho hoy?”. Esta pregunta vale durante los 2-3 primeros días de cole, pero luego, ¿no pensáis como yo, cuando la habéis leído, que ni si quiera nosotros sabríamos qué contestar?. Nuestro hijo nos dirá, “Pues nada” o “lo de siempre” o “fichas” o “trabajar”, etc.

     Apliquemos ahora un poco de sentido común con muy poquito esfuerzo, y voy a escribir a modo de brain storm, una serie de preguntas, a ver qué os parece.

-          Hola hijo, ¿has trabajado mucho hoy?
-          ¿Se ha enfadado hoy tu profesora con alguien? ¿con quién?
-          ¿Se ha alegrado hoy tu profesora? ¿con quién?
-          ¿A qué has jugado en el recreo?
-          ¿Alguien ha faltado hoy? ¿por qué?
-          ¿Sigue malo el que no vino ayer?
-          ¿Has hecho fichas hoy? ¿de qué eran? ¿le han gustado a tu profe?
-          ¿Qué has comido hoy? ¿te lo has comido todo? ¿seguro?
-          ¿Alguno de tus amigos le han regañado por no comerse todo?
-          ¿Estaba rico el bocata de hoy que te ha preparado papá/mamá?
-          ¿Has tenido calor/frío?
-          ¿Habéis jugado en clase hoy? ¿a qué? ¿te ha gustado? ¿por qué sí/no?

Y para alguno más mayor…
-          ¿Ha sido difícil la clase de mates hoy? ¿qué habéis dado?
-         ¿Te han corregido los deberes de ayer que te costaron tanto hacerlos/los hiciste tan bien?
-          ¿Se ha enfadado el profesor con alguien hoy? ¿con quién? ¿por qué?
-          ¿A qué juegas en el descanso?
-          ¿Habéis hablado del partido/película de ayer? ¿qué dicen tus amigos?
-          ¿Qué les gusta a tus amigos? ¿les regaña el profesor? ¿hacen los deberes?
-          ¿Qué le ha parecido a Josefito el cómo jugó ayer su equipo?
-          ¿Se ha vuelto a olvidar Zutanito el bocata?
-          ¿Te ha preguntado el profesor hoy? ¿Has contestado?

     Como veis no son preguntas complicadas, ni elaboradas, ni profundas. La comunicación es mucho más fácil que lo que nos quieren vender los libros que tienen que rellenar sus páginas. Todas estas preguntas no son más que una chispa que puede ayudar a empezar una conversación. A veces no saldrá, porque no es tú día, o tu hijo está cansado (tenga la edad que tenga también se cansan), o porque hoy llueve, o simplemente hoy no toca. Hablar es algo natural, por lo tanto, no nos enfademos si hoy no sale nada.


Si queréis añadir alguna pregunta que se os ocurra, no dudéis en ponerla en los comentarios.

viernes, 6 de junio de 2014

No nos van a hacer más caso por gritar más

       ¿Piensas lo contrario? Voy a intentar convencerte.

     Seguro que todos recordamos a alguien en nuestra vida que nos ha invadido por su sabiduría, su manera de decir las cosas, su manera de explicarse, su manera de actuar… y seguro que todos tenemos un recuerdo agradable y bueno de esa persona. También recordaremos, haciendo un poco más de esfuerzo ya que nuestro cerebro habrá intentado borrar ese recuerdo, a esa persona que era todo lo contrario: te gritaba para que la hicieras caso, incluso alguna vez te daba un cachete, te lo decía de malas maneras, muy bruscamente. A los dos les hacías caso, pero ¿Cuál crees que ha sido la persona que más ha influido de las dos? ¿A cuál de esas dos te gustaría parecerte? ¿Cuál de las dos maneras de comunicación (hablaremos más adelante de manera más extensa de este tema) es la más efectiva para tu hijo? Está claro, pero voy a explicarlo.

     Estamos haciendo la comida y va acercándose la hora de poner la mesa. Desde la cocina llamas a tus hijos y les dices “¡Es la hora de comer, id poniendo la mesa!” Y como si se lo hubieras dicho a los azulejos. Vuelves a lanzar el mensaje, esta vez algo más alto y con cierto tono de comienzo de enfado. Y en la casa sigue sin moverse nadie. Total, que te enfadas del todo, dejas el cucharón (por si acaso, no vaya a ser que se te ocurre tirárselo a alguno) y vas hacia donde está cada uno lanzando improperios y amenazas en volumen más bien alto, lo que podría considerarse gritando. Tus hijos te hacen caso, claro (yo también lo haría lo que me pidieran en ese momento, os lo aseguro, con o sin cucharón en la mano), ¡por la cuenta que les trae!
     Os voy a pedir que intentéis una alternativa que os propongo a continuación. Mientras estás en la cocina y llega la hora de comer, deja el cucharón lo primero. Apaga el fuego o bájalo para que no se queme nada. Tranquilamente ve hacia donde están tus hijos y te pones a una altura donde puedan mirarte horizontalmente a la cara, y a continuación con voz pausada le dices: “Pedro: mírame que quiero decirte una cosa” Y esperas a que tu hijo te mire y te preste atención. En ese momento le dices: “Hijo, es hora de comer. Necesito que, por favor, vengas a ayudarme a poner la mesa mientras termino de hacer la comida” Ojo, sin que sea una pregunta. Pero esperas su confirmación con un “vale, voy” por ejemplo. Si está acabando algo será mejor que esperes con él a que acabe (no hay nada de malo en eso, no tiene que ser todo inmediato) unos segundos, no 15 minutos por supuesto. Y vas con él a la cocina dándole las gracias por ayudarte.

     Esto mismo es aplicable a cuando nos estamos yendo del parque (es mejor avisarle 5 minutos antes, para que se vaya haciendo la idea), o cuando hay que irse a la cama, o cuando hay que ponerse a hacer los deberes…
     El mensaje es que quiero que os deis cuenta de que son personitas, no son robots que al oír una instrucción, automáticamente dejan lo que están haciendo y ejecutan la orden. Pensadlo. ¿No creéis que a vosotros os pasaría igual?
Ya me contaréis.