sábado, 24 de mayo de 2014

Papá, mamá, ¿por qué discutís? No lo entiendo...

     Desde siempre se sabe que los niños son como esponjas, que lo cogen todo a la primera. De hecho, seguro que conocemos alguna historia de alguien que va a trabajar a otro país con otro idioma y se lleva a la familia, y los hijos siempre aprenden el idioma más fácil y mejor que los padres. Lo mismo pasa con el funcionamiento de algunos aparatos, como la cámara de fotos, o gestos que vemos que hacen que no les hemos enseñado, como apuntar con el mando a la tele cuando estamos cambiando de canal, o apoyarse su teléfono móvil en el hombro para jugar a que hablan por teléfono.
     Ahora digo yo, si somos conscientes de lo listos que son, y de lo fácil que asimilan todo, ¿por qué no nos preocupamos de que eviten ver lo que no les va a ayudar o les va a afectar? ¿por qué tenemos que hacerles partícipes de nuestros problemas o preocupaciones? ¿no os dice la lógica que igual que asimilan lo bueno, como un idioma, también van a asimilar lo malo, como una situación de tensión?
     No me refiero a una discusión de matrimonio… Bueno, porque doy por supuesto que todos somos conscientes de lo que perjudica a nuestros hijos vernos discutir… Pero bueno, por si acaso os quiero decir, que JAMÁS DISCUTÁIS DELANTE DE VUESTROS HIJOS. ¿Qué por qué? Vuestros hijos pensarán que esa es la forma de relacionarse con los demás; no podrán acudir a vosotros para demandar ese cariño que todos necesitan, ya que os tendrán miedo de que reacciones igual con ellos; perderéis parte de su confianza para que os cuente las cosas; es posible que en un futuro no muy lejano, hable así a los demás, como a los profesores del colegio, y no digo ya a sus compañeros; será muy difícil que consiga tener amigos, no sabrá relacionarse, ya que es lo que ha visto en casa;  a vosotros mismos os hablará de la misma manera; y lo peor de todo, es que para él, todo esto será lo normal, porque no ha visto otra cosa. Por eso nunca os levantéis ni siquiera la voz entre vosotros. Aunque en ese momento no queráis deciros cosas bonitas (todos tenemos esos momentos), por lo menos estaos callaos, y cuando los niños no estén, habláis lo que tengáis que hablar. Por favor.

sábado, 17 de mayo de 2014

Papá, mamá, ¡os quiero mucho!

     A veces vamos a casa de algunos amigos. Esos amigos también suelen tener hijos. Y normalmente, en algún momento de la tarde, viene alguno de mis hijos y me dice, “Papá, ¿sabes que te quiero mucho?” Y me da un beso y un abrazo. Acto seguido, se da media vuelta y vuelve a la habitación donde estaba jugando con los demás niños.
     Pues bien, como os podéis imaginar, el asombro de los que no están familiarizados con estos gestos es bastante potente. “Qué suerte habéis tenido”, “que niño tan bueno y cariñoso”. Evidentemente no les falta razón, pero luego dicen “Ojalá mi hijo me dijera esas cosas” o “No soy capaz de que mi hijo me dé un beso”. Y ahí es cuando no puedes decir nada, porque no tienes confianza suficiente, o sabes que a lo mejor se enfadan por decírselo, pero como aquí estoy escribiendo a todo el mundo, nadie se va a enfadar. ¿Acaso le dices a tu hijo que le quieres? ¿Cuántos besos le das a tu hijo al día? ¿cuántas veces al día vas a por él a abrazarle, darle un beso y decirle que le quieres? Pues entonces, ¿cómo esperas que él lo haga contigo?. Parece fácil, ¿verdad? ¿y por qué no lo haces? Os aseguro que es una pasada cuando cualquiera de mis hijos viene y me abraza con fuerza, me da un beso y me dice que me quiere. Entonces pienso “¡Vale la pena!” No hay palabras que lo describan, ni comparación posible. Es simplemente la sensación de saber que eres feliz, que tu hijo te está haciendo feliz con algo tan simple como un abrazo. ¿y te lo vas a perder? ¿y realmente sigues pensando en no saber qué hacer para que tu hijo venga a darte un beso?. Quizá alguno ya sea mayor y si vas a darle un beso te pinches con su barba. Lo que quiero decir, es que cuanto más pequeños sean más fácilmente lo asimilarán y te responderán con un beso antes. Y a los más mayores, quizá les cueste más habituarse, quizá no nos den un beso en años, pero sabrán que les quieres.
     Sed cariñosos con vuestros hijos. Necesitan ese cariño. La naturaleza humana necesita ese cariño, está preparada para ello, forma parte de su construcción como persona. Ayudaremos a nuestro hijo a tener empatía, a saber relacionarse con el resto de personas, a querer a su mujer/marido en un futuro… y todo esto, gracias al cariño que has sabido darle desde pequeño.
     En mi caso, he tenido mucha suerte, ya que mis padres han sido cariñosos conmigo. Gracias porque me han enseñado a descubrir y cuidar las cosas que me hacen feliz cada día: mi mujer y mis hijos.

lunes, 12 de mayo de 2014

Hijo, ¡pórtate bien!

     Me ha llamado siempre la atención cuando  un padre o madre le dice a su hijo: “Pórtate bien” o , por ejemplo, “Hay que ser educado”. A veces lo dice de manera insistente, otras más alto o más bajo, otras más o menos enfadado… Y curiosamente el niño siempre tiene la misma cara de estar pensando “aquí es cuando tengo que decir que sí para que papá esté contento y se tranquilice”.
     Pues bien, lo primero que tengo que hacer es tranquilizarme para no gritar a ese padre, por no darse cuenta él mismo, pero luego pienso que es posible que a él tampoco se lo explicaron. Y digo yo:¿Es que acaso un niño de 2, 3, 4…años sabe qué es portarse bien o ser educado? Quizá no hayamos caído en algo tan simple, pero es que ¡NO lo saben! Ahora seguro que alguno estáis pensando “Claro que lo saben, si se lo he dicho muchas veces” Y yo os digo, ¿seguro? Os quiero hacer una pregunta: ¿le habéis sentado a hablar con vosotros y le habéis explicado qué cosas hay que hacer para hacer eso que dice papá de portarse bien? Es decir, no pegar al hermano, no pedir las cosas llorando, dar un beso al abuelo, ayudar a poner la mesa, etc… ¿le habéis dicho que hacer estas cosas es portarse bien?
     Ahora voy un paso más allá. Imaginaos que vuestro jefe os dice “quiero que trabajes bien”. ¿Tú qué pensarías? Quizá que algo has hecho mal, que el resto de compañeros están haciéndolo mejor, etc. Pero, ¿no os quedaríais con una gran intriga con qué ha querido decir con eso de “trabajar bien”? ¿no os quedaríais con ganas de pedirle que sea más concreto?.  Quizá no entreguemos los informes a tiempo, o quizá los hacemos con un tipo de letra que a él no le gusta, ¡yo qué sé!. Pues lo mismo nos preguntarían nuestros hijos, pero no lo hacen porque quizá alguno hasta sólo sepa decir papá y mamá. Debemos explicarles qué es eso de portarse bien, o eso de ser educado, etc. No podemos dar por supuesto que los niños ya saben esas cosas, por muy inteligentes que sean, que lo son. Pero ni si quiera Einstein nació sabiendo que era eso que le decían sus padres de “portarse bien”.
     Os voy a pedir un favor: probadlo. No les digáis más que se porten bien, y ya está. Sed concretos, y decidles cosas muy sencillas, que ellos lo puedan entender. A los de 2-3 años habrá que hablarles de una manera y a los de 10-12 de otra. No les digáis que sean educados, ¡sino explicadles qué es la educación primero! Parece una tontería, pero no lo es en absoluto. Hacedlo por ellos y por vosotros. Todo será mucho más fácil, os lo aseguro.

jueves, 8 de mayo de 2014

Primera Entrada

El motivo por el que me he decidido a escribir es el hecho de querer ayudar a quien quiera, a quien se deje, y a quien lo necesite. Soy de los que piensa, que muchas de las cosas que pasan, muchos de los errores que cometemos, consciente o inconscientemente (esto último es más común, evidentemente) es por no saber qué hacer. Creo que hay mucha gente que nadie le ha contado nunca qué es lo que hay que hacer. Si de pequeño no nos han dicho que se come con cuchillo y tenedor y no nos hubieran enseñado a utilizarlos pues ahora estaríamos comiendo con la mano, por ejemplo.
Pues de la misma manera creo, que muchos de nosotros a veces cometemos errores con nuestros hijos porque nadie nos ha advertido antes de las consecuencias de ciertos hábitos, o ciertas acciones nuestras con ellos. Esos hábitos, pueden llevar a nuestro hijo a “improvisar” y sin quererlo nos estamos arriesgando a que vaya por el camino equivocado. Con lo fácil que es decirles: “No, por ahí no vayas, que está lleno de hortigas. Mejor por aquí, que por lo menos no te picarán”.
Esto significa que no tienen la base para saber diferenciar lo bueno de lo malo, y no me refiero a comer cuchillo y tenedor, si no a moldearles, a esculpir en su personalidad e ir eliminando todo aquello que no deja ver lo increíbles que pueden llegar a ser. Luego ellos podrán hacer con lo que les hemos enseñado cosas increíbles…

       Pero insisto, para eso es necesario esculpir y moldear, como si de un bloque de piedra se tratara, hay que quitar lo que sobra, para que al final quede sólo una escultura preciosa, fruto de una labor de paciencia, de cariño y de mucho tiempo y esfuerzo. Vamos a intentarlo.